miércoles, 12 de agosto de 2009

relato erotico " principio de semana"

Era lunes, hacía frío y estaba cansada. Iba hacia mi casa con la única intención de tomar un baño caliente e irme a la cama pero el destino me tenía dispuesto algo… un tanto diferente… pero de lo que no me iba a quejar. Llegué a mi casa y me puse cómoda mientras disponía todo para darme un baño. Me recosté un momento para llamar a mi novio y darle el besito de las buenas noches.
Hola, ¿hablo con la farmacia? – saludé – llamo para solicitar un servicio.
Claro señorita – contestó él siguiéndome el juego - ¿cuénteme su problema?
Mmmm verá, mis síntomas son soledad, añoranza y excitación profunda, ¿tiene algo que pueda mejorarme? ¿una pastillita tal vez? ¿o un besito telefónico?
Me temo que según sus síntomas el problema es grave, creo que lo que necesita es una inyección – contestó él riendo.
¿Así de mal estoy señor?, me preocupa.
Al contrario – dijo él – lo que está es muy bien y como la cuestión ya es crítica espéreme en una hora en su casa.
¿Hablas en serio mi amor? ¿Vas a venir? – pregunté emocionada y sin rastro de cansancio.
Si me voy a ir, pero dentro de ti.
Y colgamos.
Me metí al baño, me enjaboné deprisa pero con cuidado de quedar bien limpia por todas partes, me puse una pijamita sexy, aceite corporal en todo el cuerpo, me cepillé el cabello, preparé la cama y lo esperé ansiosa durante casi media hora.
Cuando llegó me puse aún mas nerviosa pues me saludó con una mirada muy inquietante. Nos tumbamos en la cama y hablamos durante varios minutos de lo que habíamos hecho durante el día. De repente nos quedamos en silencio simplemente mirándonos. Entonces el comenzó a reírse sin razón aparente.
¿Qué pasó? – pregunté yo - ¿acaso te comiste un payaso?
No – contestó él – más bien me voy a comer una payasita.
Se abalanzó sobre mí haciéndome soltar un gritito de asombro y de gusto pues me tumbó bocabajo abrazándome a la altura de la nuca. Pegó su boca a una de mis orejas y su paquete quedó acomodado entre mis nalgas comenzando a moverse sobre ellas simulando el acto sexual.
¿Quieres que te haga un masaje? – preguntó él
Sin esperar a que yo le contestara tomó el tarrito de aceite de rosas de mi mesita de noche, levantó mi pijama hasta casi la nuca, se deshizo de mi tanga rápidamente y esparció un poco concentrándose en la cintura, nalgas y en el lugar entre ellas. Me sentí relajada enseguida, al contacto con sus manos no muy grandes pero si firmes y decididas. Sus dedos, inquietos como siempre separaron mis nalgas acariciándome allí donde tanto me gusta, de forma experta, suave y profunda. Yo cerré los ojos, gimiendo de gusto, evadida y concentrada solo en sus caricias… rayos… cómo me gustaban al igual que sus manos, todo él… enterito.
Me dejó un momento solo para incorporarse y desnudarse de la cintura hacia abajo. Lo observé de reojo, solo para echarle un vistazo a su miembro ya empalmado. Se acercó de nuevo e impregnó mi culito con una cantidad extra de aceite e hizo lo mismo con su herramienta. Sospechando lo que pretendía hacer me exalté.
Por favor no – le dije – no es buen momento, otro día, con mas calma, tal vez el sábado, después de unas copas…
Haciendo caso omiso a mis palabras se tumbó por completo sobre mi cuerpo susurrándome que estuviera tranquila, pero yo temblaba. Anteriormente lo habíamos intentado por detrás sin éxito, yo estaba muy estrecha y él lo tenía muy grande como para que yo pensara que era posible disfrutar.
Bajó su mano e introdujo un dedo en mi ano moviéndolo en círculos… eso si que me encanta… la sensación de hormigueo y excitación es indescriptible. Otro de sus dedos comenzó a acariciar mi clítoris. Comencé a relajarme, me sentía en el cielo. Cuando su glande reemplazó al dedo en mi ano me contraje de nuevo debido a los nervios, mi cuerpo reaccionó involuntariamente rechazando el suyo.
No… no… para… por favor… - le pedía yo.
Relájate preciosa – contestó él – relájate y disfruta… se que te va a encantar. Te prometo que te lo haré muy despacio, suavecito… pero rico y paramos cuando tu quieras… yo me detengo un momento mientras te acostumbras al "miembro intruso" y luego seguimos, ¿te parece?
Sus palabras me tranquilizaron bastante y procuré relajarme. Él por su parte se tomaba su tiempo, no tenía prisa pues el premio lo valía todo, incluso esperar unos minutos aunque su verga pareciera que no quería esperar ni un segundo… parecía a punto de estallar de lo tiesa… la piel completamente templada… provocativa y deliciosa. Todo eso lo alcanzaba a ver mirándolo por encima de mi hombro, mientras él continuaba su masaje. Sus manos se deslizaban por mi espalda suavemente y su miembro entre el canal entre mis nalgas más despacio aún hasta que casi fue algo exasperante…
¿Recuerdas el forward que me enviaste hace unos días? – preguntó – acerca de cómo preparar un culito…
Sin esperar que le contestara, dejó un momento lo que estaba haciendo y metió su cara entre mis nalgas, las separó con las manos y comenzó a lamer… su lengua caliente abriéndose paso entre mi canalito aterciopelado. La sensación era deliciosa y él… muy hábil. Cambió la lengua por un dedo y luego otro más para alistar el terreno.
La agonía era deliciosa, e involuntaria (o voluntariamente) mi culito comenzó a dilatarse. Sus manos dejaron mi ano para cruzarse bajo mi cuerpo a la altura del cuello y los hombros, de modo que quedó completamente acostado encima de mi cuerpo, su pecho en mi espalda, su verga entre mis nalgas de nuevo y su boca pegada a mi oreja de modo que podía escuchar su respiración acelerada, sus suspiros y susurros.
Métemelo ya… - le dije al borde del delirio – no me tortures más.
Como era de esperarse no se hizo rogar demasiado y apuntó de nuevo hacia el estrecho canal, ya mojado, con una mezcla de sudor y de mis propios fluidos vaginales. Lo apoyó y en un instante que pareció mas largo comenzó a entrar, trozo a trozo mientras me besaba el cuello. Apenas entró el glande se detuvo y me besó en los labios en un beso tan apasionado que por poco me los parte. En ese momento pensé que nunca había deseado a nadie de esa forma tan animal como a ese hombre en ese instante.
Apenas mi culito se acostumbró a ese intruso deseado él empujó un poco más, no sin que el canalito opusiera algo de resistencia. Ambos sudábamos por el esfuerzo pues no era tarea fácil. Él empujaba despacio pero con firmeza y yo pegaba mi culito hacia su miembro para cooperar, en un gesto que lo excitaba muchísimo.
Que verga tan rica – gemía yo – quiero sentirla toda adentro…
Te la voy a meter todo lo que pueda mmmm, que delicia…
Logró entrar un poco más de la mitad. A esas alturas yo jadeaba. Quería gemir, llorar y gritar, pues nunca había tenido tantas sensaciones encontradas… me gustaba demasiado pero a la vez dolía… y ese mismo dolor hacía que todo fuera más excitante…
Que rico mi amor, estoy gozando… no lo puedo creer… mmmm… así… oh siii, como te mueves de rico, que verga tan deliciosa… no pares… sigue… más… mmmm…
Él, estaba lejos de querer parar, se movía en circulitos y un poco hacia fuera y dentro… Su mano se deslizó por mi vientre y se posó en mi clítoris para estimularme por partida doble, pero le pedí que no lo hiciera pues había escuchado (por parte de un amigo muy querido) acerca de las bondades del orgasmo anal… así que yo quería sentir uno exclusivamente por mi culito.
Llega rico… - me susurró él – quiero que te mueras de placer.
Inúndame – contesté yo – quiero que me llenes el culito con tu semen caliente.
Mis palabras lo excitaron demasiado, al punto que no pudo resistir un segundo más y me hizo caso al pie de la letra… su verga se hinchó, comenzó a palpitar desde la base hasta la punta y un par de tibios chorros calentaron mi interior.
Eso me hizo terminar de enloquecer… sentí venir mi orgasmo, primero como unas palpitaciones leves y un calor abrasador en la parte baja de mi cuerpo, luego fueron más intensas, mas profundas como anillos que vibraban por todo mi canal anal apretando y soltando su verga ya semi flácida…
Después de ese intenso orgasmo sentí que flotaba, me sentía liviana y exhausta… completamente cansada como nunca en la vida, tal como si hubiera corrido una maratón. Él, tumbado sobre mi espalda como si me hubiera perseguido todo el camino… y de cierto modo había sido así pues estuvo detrás de mi culito varios meses hasta que por fin se lo había dado.
Sacó su verga despacio y entonces si me dolió… pero era un dolor soportable, un poco mayor que el que sentí cuando perdí mi virginidad vaginal, solo que esta vez había disfrutado mucho más… muchísimo más…
Me giré e incorporé y mirándolo a los ojos le pregunté ¿cuándo repetimos?
¿No que no te gustaba? – preguntó él riendo.
Me gustó demasiado, podría volverme adicta… creo que has creado un monstruo jejeje – contesté.
Entonces… si no te molesta… dame unos minutos y te doy la revancha.
Prefiero esta vez por el otro lado – contesté sonriendo – creo que mi culito necesita más que unos minutos.
Se quedó conmigo esa noche y seguimos fornicando como locos hasta que el cansancio nos venció…

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