martes, 11 de agosto de 2009

relato erotico " Y TU MAMA TAMBIEN"

Aquella noche no sabía que actitud tomar. El enojo de Laura y su grosero comportamiento durante aquel día me hacían sentir incómodo; luego lo ocurrido con su madre. Quería hablar con mi ex novia pero ella evadía cualquier acercamiento; también quería platicar con su mamá, me sentía excitado tan sólo de recordar lo que había pasado entre nosotros, pero no sabía cómo hacerlo, sobre todo porque la madura se notaba nerviosa y su mirada esquiva era un mensaje de que se sentía arrepentida, "lo mejor será irme de aquí", pensé decidido. En eso la voz de Laura que entraba del patio me sacó de mis cavilaciones: "oye mamá, se terminó la comida de los perros, voy a la tienda a comprar más", y sin más salió; en eso Griselda me miró fugazmente sonrojándose, fue como una señal o un llamado, me levanté de la silla y fui hasta donde ella estaba, me dio la espalda para irse a la cocina y decidido la tomé por la cintura, "no, deja, Laura puede entrar en cualquier momento", no hice caso, giré su cuerpo casi a fuerza, haciendo que me diera la cara, busqué su boca y nos besamos ansiosos, con pasión, pero fue un beso breve, pues se despegó al momento insistiendo: "no, por favor, Laura va a llegar, no, déjame" y de nuevo me dio la espalda, me aferré con mis manos a su cintura, obligándola a quedar pegada a mi, mi excitación me estaba llevando a cometer un acto del que tal vez me arrepentiría, pero fue más fuerte el deseo por la madura que la prudencia: manteniéndola pegada a mi mi mano derecha buscó bajo su vestido hasta bajarle parcialmente su pantaleta, ella seguía protestando y queriendo escapar: "no, por favor, no lo hagas, por piedad, no tarda en entrar Laura, no, por favor"; sordo a las suplicas me saqué la verga del pantalón y raudo se la sepulté entre las nalgas, nunca creí que la penetrara tan fácil, pero ella estaba bastante excitada también, pues su panocha estaba sumamente mojada; ahí fue a parar mi pito erecto; fue una cogida rápida y furiosa, mi verga entrando y saliendo con fuerza de su pucha mojada, la señora gimiendo en voz baja: "aahhh, ahh, ahhh, no, por favor, no, ahh, ahhh, ya, por favor… déjame ir…" , hasta que sentí la primera contracción de mi verga que anunciaba mi eyaculación, la mujer –aunque había gozado de la experiencia-- volvió a querer escapar, pero la mantuve bien cogida, dejando que mi semen le llenara la pepa de mocos, y justo cuando terminaban las palpitaciones de mi pito, escuchamos la puerta de la calle abrirse, Laura había entrado, la señora logró soltarse y con los calzones a media pierna se metió al baño, yo tuve tiempo suficiente para arreglar mi pantalón cuando mi novia entró: "¿dónde está mi mamá?"; "creo que fue al baño", le contesté nervioso.
--"Bueno Laura ya me voy", le dije la chica mientras salía rumbo al patio, ella ni siquiera contestó; "¿cuándo te llamo?", pregunté; "no lo sé, cuando quieras", dijo indiferente; "¿mañana?", pregunté indeciso; "ya te dije que como quieras", y se fue a darle de comer a sus perros.
Mientras conducía el auto rumbo a mi casa rememoré lo que había ocurrido. Esa mañana fui a recoger a Laura, habíamos quedado en salir de paseo aprovechando que era día feriado, hasta habíamos invitado a su madre, pero la noche anterior habíamos peleado nuevamente y todo por mi insistencia en hacerle el amor, lo había logrado, no de la forma natural, sino por su ano; ya lo habíamos intentado así, pero esa vez me sentí más excitado que nunca y pese a sus negativas la penetré por el culo hasta que eyaculé dentro de ella, luego vino el pleito, me acusó de haberla violado, de haberle roto el ano, por eso cuando llegué a su casa estaba todavía furiosa, claro que no quería ir a ningún paseo: "ya le dije a mi mamá que no vamos a ir a ningún lado, así que no tiene caso que hayas venido, mejor vete y nos vemos otro día", me dijo.
--"Pe.. pero, quedamos en salir, tu mamá está muy animada, no le puedes decir que no, entiende Laura, ya no te enojes, por favor", le dije en tono de suplica.
--"Si, cómo no, anoche me violaste, y ahora vienes tan tranquilo… yo no quería, pero tú necio… de que te entran tus locuras… te dije que no me penetraras, pero tu a fuerza lo hiciste, me salió sangre, ¿sabes?, todavía me duele mucho ahí… atrás, estoy muy enojada contigo, será mejor que terminemos, ya no vengas a buscarme, o al menos deja pasar unos días, que se me pase el coraje…", dijo ella mirándome con ojos furiosos.
En eso salió la madre: "¿ya están listos?, porque yo estoy más puesta que un calcetín", dijo la señora en tono alegre.
--"No vamos a ir a ningún lado mamá", le dijo Laura.
--"¡A no!, a mi no me dejan vestida y alborotada, ahora me cumplen, condenados chamacos, yo que culpa tengo de tus berrinches Laurita", le dijo la mamá.
Y sin más alternativa nos fuimos a San Miguel Regla, en el estado de Hidalgo, pero todo el paseo fue un fracaso, Laura mantuvo su furia durante todo el día; al llegar su madre quería ir a nadar a la alberca y su hija aferrada a no ir, ni siquiera aceptó bajarse del carro, no me quedó más remedio que acompañar a la señora que cuando pudo me preguntó: "¿por qué pelearon?, ¿cuál fue el motivo?, Laurita es así de enojona, será mejor que la dejes que se le pase", no supe que decirle, por supuesto no le iba a decir: "su hija está enojada porque me la cogí por el culo, ¡claro que no!"; un rato después ya estábamos dentro de la alberca atiborrada de paseantes, yo me sentía mal pero la señora parecía disfrutar del agua tibia aunque hubiera demasiada gente, dentro de la alberca no le quedó otra alternativa que quedarse junto a mi: "mejor me cuidas, no vaya a ser que algún maloso me vaya a tortear aprovechando que hay demasiada gente", y así nos quedamos: ella adelante y yo atrás, cuidándole le trasero, minutos después algo ocurrió: sin querer empecé a tener una erección, y no había forma de separarme de la mujer, o al menos ella no se quería separar pues mi verga quedaba pegada a sus nalgas; parecía un tormento, placentero, pero tormento pues no era posible que tener cerca de mi suegra despertara mi excitación; ella parecía no darse cuenta, hasta que pasó algo más: bajo el agua sentí una caricia, era su mano que pasó hacía atrás y me tocó el miembro, volteó a mirarme: "¿cómo es posible… que tú… te excites así… por una vieja como yo?... ay muchachito… ¿mira nada más como te haz puesto?", y sonriendo apretó su mano sobre mi verga erecta. No quedó otro remedio que tratar de salir de la alberca, primero ella, luego yo, cuando pude hacer que la erección se me bajara. Fui a ver a Laura al auto y seguía enojada y silenciosa, en eso llegó su madre que ya se había puesto su vestido floreado, al ver que su hija seguía con su berrinche propuso: "bueno como la niñita sigue con sus cosas, llévame a la ex hacienda, quiero conocerla", dijo dirigiéndose a mi. Mientras caminábamos entre el bosque arbolado la mujer volvió a preguntar: "pues qué pasó entre ustedes, ¿por qué pelearon?; "cosas de novios, ya sabe, además Laura es así de enojona, con decirle que ya terminamos, hace rato me dijo que ya no la busque, por eso no quería que viniéramos de paseo", le dije en tono compungido; "a qué caray!, así que ya te terminó?... ay Laura, siempre con su genio del demonio", y seguimos en silencio caminando entre los árboles; pero antes de llegar a la hacienda la señora tuvo un apremio: "ay, ya me dieron ganas de la pis… y aquí ni dónde hacer, ¿me cuidas mientras hago pipi entre los árboles?", y sin más se alejó un poco; me sentí nervioso pero no tuve más remedio que de reojo mirar a mi suegra alzarse el vestido, bajarse el calzón negro de nylon y en cuclillas hacer su necesidad, cuando terminó hasta pude ver su par de carnosas nalgas y volví a tener una erección, y creo que la señora se percató de ello pero guardó silencio. Un rato después caminando entre las ruinas de esa hacienda volvió a interrogarme: "anda, dime por qué se enojó mi hija", y tratando de encontrar las palabras adecuadas le dije:
---"Es que… bueno, ella es un poco especial… en algunas cosas… yo la deseo mucho… pero se resiste que hagamos el amor… creo que es normal… que sea así… pero yo me excitó mucho cuando estoy con ella… y… esté… anoche peleamos por eso… a veces me siento entusiasmado por ella, pero también me enojan sus actitudes… no se si me entienda…", le dije en tono triste.
--"Si te entiendo, yo la conozco… pero no creas mucho de sus actitudes…, creo que lo mejor será que la dejes unos días, a ver si lo piensa bien, si te busca es que te quiere, si no, pues… no insistas", dijo la señora.
En eso llegamos a un pasillo oscuro que conducía a algunos cuartos abandonados, caminamos despacio hasta entrar en uno de ellos y en cierto momento ella tropezó con algo, se agarró de mi y volvimos a quedar juntos, con mi brazo toqué sus firmes tetas; seguimos quietos, en silencio, quizás ambos temblando, más cuando mis brazos rodearon su cuerpo y mi boca buscó la suya, el beso fue intenso, ensalivado, con las lenguas jugando ansiosas y de repente se separó diciendo "será mejor que salgamos de aquí", pero la agarré del brazo y ella no se opuso, más bien volvimos a besarnos, ahora con más intensidad, yo jugando con sus nalgas firmes y redondas, tratando de alzarle el vestido, eso la contuvo y suspendió el beso, caminando hacia la puerta, pero algo la detuvo y regresó sobre sus pasos, intenté volverla a abrazar pero no pude pues sin decir nada se hincó ante mi y su mano temblorosa desabrochó mi pantalón, lo que siguió fue una mamada gloriosa, su boca se comió mi pito erecto y dos o tres mamadas después mi semen era succionado por su boca golosa, al terminar se levantó y salió caminando rápidamente, la alcancé tratando de decirle algo pero ella tapó mi boca con su mano diciendo: "no digas nada, fue una locura, ante todo nunca le digas nada a Laura ¿entiendes?". El regreso fue en silencio, Laura todavía con su enojo, su madre apenada, yo sin saber que actitud tomar, hasta que pasó lo de esa noche y la rápida cogida a la señora recargada en una silla del comedor.
Días después, sin volver a ver a mi novia ni hablar con su madre, recibí una llamada: "hola… ya sabes quien habla, ¿verdad?, no haz tenido noticias de mi hija ¿verdad?, tomé tu número telefónico de su agenda, perdona, pero quería saber qué había pasado entre ustedes", dijo la mujer.
--"Pues… nada, no he hablado con su hija, ni me ha buscado, ni nada, creo que es mejor así, y ¿tú cómo estás?", le pregunté, sintiendo al instante una ligera palpitación en el miembro.
--"Ya sabrás, me siento muy mal, siento que se me cae la cara de vergüenza cada que me cruzo con Laura, pienso que hicimos algo muy… algo indebido, algo que nunca debió ocurrir y que ante todo… debemos olvidar… pero hay cosas que quisiera saber… hace días ella me hizo algunas preguntas relacionadas con el sexo… oye… dime… ¿ella y tú tuvieron relaciones?, quisiera saber…", dijo ella ansiosa.
--"No se que te habrá preguntado, pero lo cierto es que hicimos algunas cosas, pero nunca la penetré… vaginalmente, siempre se negó, sólo eso te podría decir… aunque podríamos reunirnos para… no se… quisiera verte…", le dije en tono esperanzador.
Ella guardó silencio unos momentos para luego decir: "será mejor que no, aunque me gustaría que me dijeras todo lo que ocurrió entre ustedes, estos días he visto tranquila a Laura, como que ya se le pasó el enojo, aunque no menciona para nada que vaya a regresar contigo, así que… bueno podríamos platicar… con la condición de que… no vuelvas a buscar a Laura, déjala que se olvide de ti, ¿aceptas?".
El día de la cita, apenado y nervioso, tuve que relatarle a la señora que la noche del pleito con Laura habíamos ido al hotel, como ya lo habíamos hecho antes, y que hicimos sexo oral, más bien yo le hice sexo oral hasta que tuvo dos orgasmos, luego le propuse me dejara terminar entre sus nalgas, como lo habíamos hecho antes, o sea, le frotaba el miembro entre los glúteos hasta que eyaculaba, sólo que… esa ocasión le puse el pito en el ojete del culo, presioné un poco y aunque ella se negaba, yo le pedía "nomás la puntita", le metí el glande y me empecé a mover, sólo que al final se lo metí todo hasta que me vine dentro de ella; le comenté que le dolió algo, pero al parecer le había gustado la penetración anal, pese a ello me acusó de haberla violado… analmente. Cuando terminé mi confesión Griselda me miraba fijamente, sonrojada y temblorosa. Luego evadiendo mis ojos dijo: "algo de eso me comentó ella, bueno no me dijo lo que le habías hecho, sino sobre los riesgos o problemas del sexo anal, me preguntó si yo lo había practicado…", luego guardó silencio, le propuse ir a un hotel pero se negó: "será mejor esperar unos días, que ella se olvide de ti, entonces veremos, no se… pero despertaste cosas… que creía olvidadas, te veo y me pones nerviosa… veremos que pasas, yo te hablo". No pasaron muchos días, y fue la señora quien me citó: "en el Sanborns de División y Eje 6, a las tres de la tarde". Llegó puntual y una hora más tarde había aceptado que fuéramos a un hotel.
Cuando llegamos al hotel Martí, mientras subíamos las escaleras, ella nerviosa se detuvo un momento para aclararme: "no se por qué hago estas locuras, pero… vamos a hacer sólo lo que yo acepte, y no quiero que insistas en… otras cosas"; desconcertado acepté moviendo la cabeza. Minutos después ya dentro de la habitación intenté besarla, pero evadió mis ansias; fue hasta la ventana del cuarto para cerrar la cortina y evasiva se sentó en la orilla de la cama y yo quedé frente a ella, que silenciosa desabrochó mi pantalón para liberar mi verga, y sin decir nada con amoroso gesto besó la punta de mi tranca para luego abrir sus labios y empezar a mamarme el pito con lentitud, disfrutando extasiada; la mamada fue maravillosa, sobre todo porque la madura se tragaba todo el garrote hasta que su cara rozaba los vellos para luego lamer la punta con su lengua golosa, en un ir y venir de su boca sobre el garrote que estaba a punto de sacarme los mocos; yo, fascinado por su técnica mamatoria le acariciaba el cabello llevando de algún modo el ritmo de la mamada; en un momento separó su boca del pito para pedir: "agárrame fuerte del pelo, clávame tú en el miembro, lo quiero así, fuerte, como si me estuvieras obligando…", y eso hice: mis manos agarraron con fuerza su pelo clavándola una y otra vez en la pinga erecta, haciendo que vinieran accesos de vómito, pero ella estoica aguantaba el fiero meneo de su cabeza al hacerla tragar todo el garrote, hasta que de improviso se detuvo obligándome a separarme de ella; de momento me extrañó su actitud, pero luego me tranquilicé al observar que se alzaba la falda para bajarse el calzón y buscar algo dentro de su viejo bolso; de él sacó un tubo de gel lubricante; y mientras se arrodillaba en la orilla de la cama, dándome la espalda me dijo en voz baja: "lo quiero por atrás, pero hazlo con cuidado… soy muy estrecha", aplicándose un poco de gel entre las nalgas volteó a verme para decirme que estaba "lista"; la tersura y firmeza de sus nalgas me tenía extasiado, mis manos vagaban suavemente por los cachetes ora apretándolos, ora acariciándolos, hasta que no pude más y le apunté la verga en el sonrosado culo, cuyos pliegues estaban un poco deformes, quizá por una añeja hemorroides o por el uso… sexual, no lo sabía y la verdad… no me interesaba; por momentos jugué a deslizar mi verga entre sus nalgas para luego apuntarle el glande sobre el ojete, presionando con fuerza, la madura contuvo el aliento y cuando el anillo de su culo se abría para darme paso, y lastimero quejido, "aaahhhh" salió de su garganta, no obstante eso le seguí metiendo la verga hasta que la tuvo por completo adentro, nos quedamos pegados por segundos, lo apretado de su culo lastimaba mi pito, y ella se quejaba "hummm, ohhh, duele, mmmm, espera, no te muevas", hasta que poco a poco le empecé a mover la verga dentro del culo, poco a poco, apenas sacando un poco del tronco que tenía bien clavado, mi placer era enorme y con trabajo trataba de contener la eyaculación, luego la madura dejó atrás sus quejidos para suspirar de placer; aceleré las metidas de verga en su culo que ahora estaba algo distendido y agarrándome con las manos de sus nalgas inicié un metisaca profundo, fuerte, sacando casi todo el pene para luego sepultárselo con fuerza, la mujer gemía de placer y así seguimos unos segundos más, hasta que descubrí que ella se masturbaba la pucha con una mano, seguimos cogiendo con fuerza, ahora la verga entraba y salía del culo abierto, hasta que ella suplicó "ya… ya… me vengo… dame la leche… quiero tus mocos, ya… vente… ya", alcanzando el orgasmo mientras removía el cuerpo tratando de ir al encuentro de mi tranca que en esos momentos le inyectaba el semen a espasmos, ambos gozamos, ambos suspirábamos, hasta que nos quedamos quietos, mi verga todavía dentro de ella que lo apretaba a pausas; cuando todo terminó nos metimos a la ducha, ella en silencio evadía mi mirada y cuando salimos del hotel siguió con su silencio, regresamos al Sanborns por su auto y antes de irse me recordó: "no busques a mi hija, ella ya no es tu novia, ¿entendido?, yo te llamo en unos días y nos vemos, ¿si?", y se fue rumbo al estacionamiento caminando, contoneando las caderas".
Esa noche, mientras recordaba la deliciosa cogida anal que le había puesto a la señora, recibí una grata llamada: "¿Eres tú?, hola que tal, ¿por qué no has llamado?, te extraño…", era Laura y añadió: "creo que me porté mal contigo, no debí hacer todo un teatro por algo tan… normal… disculpa por favor, ¿cuándo nos vemos?, quisiera verte… estar a solas contigo… ¿si?". Quedamos que la recogería cuando saliera del trabajo. Al día siguiente nos vimos, ella llegó casi corriendo al auto y penas se metió se abrazó a mi y me dio una beso ensalivado, pasional, ardiente, la chica andaba caliente, muy caliente. Fuimos al hotel Martí. Apenas entramos al cuarto caímos abrazados a la cama y entre beso y beso nos quitamos la ropa; ya desnudos Laura me sorprendió al montarse sobre mi e proponer un delicioso 69; nos mamamos con ansia, ella succionaba mi pene erecto, en tanto que removía su pubis encima de mi cara; así estuvimos varios minutos, haciendo sexo oral, ella se vino dos veces bufando y gimiendo de placer pero sin soltar mi verga que estaba metida en su boca, pero contuve la eyaculación; dejé que se recuperara, descansamos un rato acostados en la cama, luego algo hizo, se levantó para buscar su bolso, algo sacó, me mostró un tubo de gel lubricante comentando "¿crees que encontré esto dentro de la bolsa de mi mamá?, es lubricante para sexo anal, eso dice la etiqueta, ¿tú crees?, mi madre… haciendo eso… yo pensaba que ella no… pero… mira… ¿con quién andará saliendo?, ay mi madre, está bien loquita…" y sonrió con cierto descaro. Me quedé sorprendido y en silencio, ni modo que le dijera que era el mismo lubricante que uso su madre conmigo el día anterior. Con una mirada lujuriosa se acercó a la cama para proponer: "¿quieres jugar con mi colita?, hummm, ¿si?, pero me pongo esto, para que no me duela tanto", escuchar aquella propuesta aumento mi excitación y mientras Laura aplicaba un poco de lubricante en mi pito bien erecto me miraba con mucha lujuria, luego se puso a cuatro patas en la orilla de la cama y fui yo quien le embarró el culo de gel, luego le apunté el pito en el hoyo apretado, era un culo muy diferente al de su madre: sonrosado, los pliegues muy apretados, con algunos vellos castaños y diminutos rodeando el apretado agujero; cuando la verga empezó entrar en su intestino, Laurita gemía de dolor, pero estoica aguantaba la arremetida, y cuando la tuvo toda dentro volteó a verme con un gesto lastimero "ay papacito, me destrozarte la colita, ay… hummm, duele mucho, espera, ay, no, espera, mejor sácalo, hummm, duele", pero la mantuve agarrada y bien clavada en la verga esperando que el culo diera de si, y así fue, poco después metía y sacaba mi verga de su culo, que ahora estaba más suave, aunque seguía apretando muy sabroso y lucía un tinte enrojecido; ella misma se empezó a mover adelante y atrás, yendo al encuentro de la verga que la sodomizaba, el placer se hizo intenso y cuando mi verga palpito e inició mi eyaculación, Laura gemía de placer, "hummm, qué rico, papacito, siento delicioso como te vienes en mi cola, hummm, más, más, huy cuanto semen, mmmm, más, dame más lechita mi amor, llena de semen mi colita, hummm, qué rico papi, me gusta que lo hagas, me gusta que me hagas la cola, así, mmmm, te sigue saliendo, palpita tu vergota cariño mío, me encanta culear….", y mientras seguía disfrutando, pensé: "si te gusta culear… y a tú mamá también", mientras el olor a caca inundaba la habitación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario